La felicidad me golpeo como un tren... destrozó mi tristeza y por más que corrí, sus ojos pequeños, rasgados, gritando su descendencia coreana y la enorme sonrisa en esos labios delgados...me atraparon... y yo nunca quise nada de él... excepto todo lo que tenía... Ese día dejé la nostalgia atrás y empecé a correr, dejándolo todo y a todos... incluida la urna de sus cenizas...
Besitos, besitos, tiritas, tiritas
(Corre ojitos de regalo, corre conmigo... puto el último en llegar)