7.06.2017

La hermana de Aquiles




La mitología griega habla de un heroe de guerra; el más veloz de los hombres y el más bravo de los guerreros de Homero; Tu mamá te llama así: Aquiles y mi me bautizó como la hermana de Aquiles;

Siempre has sido una roca para mí; me sostuviste en los momentos mas adversos que he vivido en los últimos 21 años; crecimos juntos, los años nos distanciaron físicamente, pero aún compartíamos el gusto por fastidiarnos mutuamente y competir por quien será mejor en su campo: tu, en la medicina, "salvando al hombre" y yo, en lo ambiental, "salvando al mundo".

En tí, encontré consuelo, consejo, fortaleza, amistad, amor fraternal, frialdad y una que otra mentada de madre, cuando fue necesario. Eres mi roca; a veces donde cimenté mi confianza absoluta, donde lloré mis perdidas, donde encontre consuelo, donde halle tristeza.. pero casí siempre eras la piedrita de mi zapato; la que molestaba que si mi carácter, que si mi cabello, mi ropa, mi genio, mi salud, mi peso, mi poca feminidad, mi pasividad, mi rebeldía. Crecimos juntos unos años y luego crecimos separados en el plano físico; Alentabas mis rebeldías y mi propio libertinaje: me enseñaste a usar la moto, correr carros, me alentabas a desafiar a mi padre y a mi misma; Me curaste el corazón cuando mi primer amor me lo rompió (recuerdas? El tan enamorado de Ella, Ella tan enamorada de Ti y tu tan enamorado de todas! y  yo, enmedio de ustedes tres)... El desafío de nuestra comunicación, era el coincidir; cada quien tomó su rumbo en nuestra vida universitaria y tu pasión por la medicina, te llevo a lugares extraordinarios donde el desvelo, solía ser el común denominador de tu vida; solíamos dejarnos recados en lugares que visitabamos, hasta que la tecnología se volvió nuestra forma de compartir. Regresaste a casa unos años después, ya más calmado en tu forma de ser, pero con esa misma chispa de inquietud en la mirada; Recuerdo que cuando me consultaste por primera vez, tuviste que darme un golpe debajo de las costillas porque no dejaba de reirme de tu semblante serio y propio y te repetía: "me vas a matar Hassan"; Curioso, nos llamabamos por nuestros segundo nombre, el primero lo usabamos para "eventos especiales" como cuando me dijiste que serías padre, la primera vez, o como cuando te rompieron el corazon (alma, reputación y bolsillo) o cuando me diste la noticia que mi padre fallecería en unos días mas y me ordenaste decirselo (Él estaba en Monterrey siendo atendido y no tenías acceso a Él); Me llamabas Claudia cuando algo grave pasaba y era necesario que te prestara atención y siguiera tus instrucciones -para sobrevivir- (así decías).. Te llamaba Ismail, cuando las cosas eran densas, cuando había que ser una tabla para salir a flote o cuando la cagabas, te enamorabas a lo pendejo o te enojabas con un tercero. Ambos, nos llamabamos por nuestro segundo nombre, primero por jodernos la existencia mutuamente y despúes como un código secreto para saber que la vida es algo serio y que no estamos solos en ella, aunque el desierto así lo pinte.

Compartimos mucho y nos reservamos más, particularmente los últimos años. Me cuestionaste porque elegí un marido tan amable y noble como lo es Carlos y no un cabrón pelo largo borracho peleonero y motociclista, como me lo merecía... y siempre te respondí: "es que le dió por estudiar medicina y su espíritu se echo a perder"... solías soltar la carcajada y  a la par deciamos: "sería incesto"

Tu ausencia, tan repentina y tan anunciada (desconocida por mí), dejó, por segunda vez, un hoyo negro en mi alma. Me duele tanto que no estés y sigo llorandote... te he llorado más que a mi propio padre; Te volviste no solo mi hermano, con el paso de los años, te volviste un hijo más para mis padres, un hermano mayor para Guillermo, un aliado para mi esposo Carlos y un ejemplo para mis sobrinos que estudian medicina; Te convertiste en un hombre amado, a veces creo que exceptuando a tus padres, tus amigos y pacientes, somos quienes más te amamos... Nos diste sonrisas, esperanza, aliento, salud y consejo.

Mi coraje fue al punto que rompí nuestra única foto, donde estoy sentada en la "ñonga" (tu camioneta, aquella color azul donde subías a cada cualqu... cosa y despues me pedias que te ayudara a limparla porque tu padre te pondría una zurra si la veía como quedaba)... esa foto, tomada en casa de mis padres, donde estoy sentada en la caja de la camioneta con una escoba, negandome a barrer y tu abajo con la manguera hechandome agua gritandome sabrá Dios que cosas... la tomó mi papá, sabías eso?... es la única foto, donde no me tapo la cara o donde no estas jodiendome intentando abrazar, ahorcar o pegar con algo para que sonriera a la cámara... mi enojo hacia ti, por no decirme que te irías, fue tal que cuando fuí a verte a tu tumba, estuve a punto de sacarte de ella, solo para golpearte y decirte que eres un pocos huevos, por no hablar conmigo. Porque tu sí podías cargar con mis tristezas y pérdidas?, porque  yo no podía limpiarte la cola cuando lo necesitaste? o sosteniéndote mientras tu aliento te abandonada.. acaso aun creías que sigo siendo frágil?

Las veces subsecuentes, que te visité, en una de ellas, me topé con mi mayor temor: me encontré con tu madre; estaba al pie de tu tumba, sentada, con las rodillas al pecho, pensativa y con la tristeza como manto, cobijando su fría ausencia. Sobra decir que quise salir corriendo, sin embargo mi hermano Guillermo, me tomo del brazo tan fuerte que me dejó los dedos marcados... creo que no fué consciente de ello; ví sus ojos cargados de lágrimas y entendí que también mi hermano, perdió a su otro hermano... Estuviste en su vida, desde que tenía  casi 5 años de edad y a sus 27 venía a despedirse de tí. Miré a mi alrededor y lejos de ver tristeza, ví amor a raudales; amor en Mercedes, en Yuli, quien te visitó también ese día, en Andrea, en Guillermo, en Francisco, en todos los que me he topado en tu tumba, desde aquel día. Ese día, te confieso que fuí egoísta, permití que me consolara tu madre y no hice mi papel de hermana: solo llore y deje fluir mi dolor sin percatarme del profundo abismo que dejaste en su pecho. No te preocupes, me repuse en un minuto y enderece el rostro; Me quedó para ella, cuando diga y donde diga.

Hablar con tu madre, fue hablar contigo: le heredaste sus ojos, el calor de su voz; descubrí que me engañaste estas décadas: eres un ladrón!!!; le robaste la fortaleza, el consejo y la sabiduría. Ví en ella, todo aquello que me contabas, que decias que morirías si tu  madre te faltaba; Aquellas lágrimas que derramaste conmigo en la muerte de mi padre y la empatía que mostraste cuando me hacías sentir que eras uno con mi pérdida; nunca tuve duda de querías a mi papá y que lo cuidaste hasta que su corazón lo permitió y tuviste que remitirlo a otro especialista y aun así, seguías al pendiente de Él. Tu madre sembró en tí ese espíritu amable con que amaste a todos; El dolor de tu mamá era tan profundo como la fe que hay en el mundo. Me confió que tu padre sueña que tienes frío; Le he confiado que sigo soñando contigo y siempre terminas con un "levanta el culo y haz lo que debes"; Tu madre es una sobreviviente; tiene el alma asida a una delgada respiración, pero tiene el coraje de todos los guerreros de la Iliada de Homero; Te dió su sangre y su valor; la cual la dejas en tus hijos y cuyos hijos dejas en tu madre.

No sé si haya más allá; siempre coincidimos que el cuerpo se desvanece, pero la memoria prevalece y creemos que el alma persiste;  Tu ausencia, duele, arde, quema e inspira; Desde ese día, he aplicado la Ley Hassan a mi vida: Todo lo extraordinario inicia con un poco de miedo.

Levante el culo del piso mi hermano... De tu madre, amado Aquiles, heredé no solo el título de hermana, sino también tu escudo.. no sé si mi vida será corta o larga, pero si te prometo que será gloriosa y cero anodina... Soy tu hermana, sin tiempo, ni distancia; pero también, ahora, soy el Odiseo de mi vida, nuestra vida, nuestros recuerdos.

Ismail, nuestro eterno Aquiles:  Te amaremos por siempre;
Con todo el amor del mundo, siempre tuya:

Tu hermana, Claudia Soad.


Besitos, besitos, tiritas, tiritas.

Soad